martes, 2 de septiembre de 2008

RELATOS PEDAGÓGICOS: ARTE EN COMÚN

Experiencia con los chicos del comedor Mama Achachita
Autor: Maria Inés Marinaro

Arte en común. Así se llamó el proyecto que presenté en el concurso 2007 para la selección de profesores tutores de alumnos becarios del programa “Elegir la Docencia”. La convocatoria de becas estaba dirigida a estudiantes de primer año del profesorado en Artes de Plástica y Música del Instituto Superior de Arte y Comunicación de la provincia de Catamarca.Fue una sorpresa que hubiesen elegido entre tantas carreras de profesorado a una institución de Arte, y sobre todo, teniendo en cuenta que en toda la provincia solo hay tres I.E.S. con este programa de becas: uno en Andalgalá, otro en Santa María y el nuestro de la Capital. La propuesta de “Elegir la docencia” era dar becas a estudiantes a cambio de que hicieran una intervención social. El arte es tan versátil y produce cambios tan profundos cuando toca que puede acercársele a quien sea y en donde sea. Calculo que este fue uno de los motivos por el cual nos tuvieron en cuenta. Por eso después de conocer a los 12 estudiantes becados (5 de música y 7 de plástica) fuimos a investigar dentro de nuestra capital a qué lugar nunca había llegado el arte. Para eso nos acercamos al Ministerio de Desarrollo Social y entrevistamos a Claudia Cano a cargo de los Comedores y Centros Vecinales de la Provincia, quien nos presentó tres lugares, entre ellos uno era un comedor que estaba más cerca del centro que de la periferia, y en muy buenas condiciones, pero que jamás había sido visitado por el arte, por el típico prejuicio de que no era tan marginal como el que siempre se busca (siempre pensamos que tiene más mérito misionar en el “África”). Increíblemente, un comedor ubicado a una cuadra de la Universidad Nacional de Catamarca solo había sido visitado por las iglesias. Para empezar pedimos permiso a Antonia “Coya” de Gómez a cargo del comedor “Mama Achachita”, quien no podía creer que por fin alguien se interesara por el desarrollo de sus casi 40 niños.La convocatoria fue en junio y el concurso en agosto. Por lo tanto el proyecto empezó más tarde de lo previsto y tuvieron que hacerse reajustes lo que provocó que las visitas al comedor no fueran tantas como las que se habían programado. Pero esto también nos exigió hacerlo contundente. La idea desde el comienzo era crear vínculos con los niños, no solamente visitarlos para conocer su realidad como si fueran un museo antropológico, o visitarlos para lograr realizar productos populares creados “desde el corazón” y que representaran “la voz del pueblo”. No. Aunque un objetivo sí era explotarles la creatividad para que produjeran desde el corazón y la cabeza, la idea principal era crear vínculos, produciendo entre todos: becarios, niños del comedor y la “profe”: ARTE EN COMÚN, todos con intereses diversos, trabajando por igual, creando productos diversos, pero compartiendo mesa, suelo, pinceles, papel, instrumentos musicales, sonidos, risas, llantos, peleas. Queríamos conocerlos saber sus nombres y apellidos (sin mirar el cartelito, por eso no los hicimos); sus caprichos, picardías, intereses y por qué no, cumplir alguno que otro sueñito. Pero eran pocos los encuentros entonces les prometimos volver para pintar juntos murales para el 2008 (espero que nos dejen cumplir).Ahora nos tocaba a nosotros convocarlos, y para eso imprimimos folletos, que repartíamos en la puerta del comedor y manzana por manzana, que invitaban a todos los niños del barrio a cuatro encuentros con el arte (uno por semana durante el mes de octubre) y entonces surgió otra sorpresa: muchos de los adultos que acompañaban a los chicos no sabían leer, así que tuvimos que aplicar otros recursos e ir descubriendo el contexto con el que íbamos a trabajar, tan cercano físicamente y tan distante…Llegó el primer encuentro con mucha incertidumbre para mí, miedo para los becarios y entusiasmo para los niños. Por suerte todo salió mejor de lo que esperábamos. Un par de alumnos de música tocaron la guitarra y cantaron. Luego “entre todos” pintamos graffittis con los niños en papeles gigantes y con mucha témpera de todos colores. Los chicos del comedor, acostumbrados al pomito, se impactaron al ver semejantes potes de 250 gramos. Es increíble cómo influye la disposición del material en la espontaneidad de la creación. A veces sucede que uno piensa equivocadamente que el error en el arte es un derroche, no solo de tiempo sino de material; costoso material, que si te equivocas y lo perdés no sabes si tus padres van a poder reponerlo para terminar tu trabajo y cumplir con la consigna de la escuela, que encima tiene muchas estructuras que te intimidan y te hacen inseguro a la hora de trabajar (¡Ay. la escuela y el arte!, pero no todas son iguales). Los becarios primero se mostraron muy tímidos con los niños no sabían cómo acercárseles, hasta que los mismos niños y yo nos acercamos a ellos, porque los chicos estaban tan entusiasmados y tan contentos por la visita que ellos nos iban guiando.Analfabeta de la música, mi mayor desafío como profesora de plástica, era trabajar con alumnos de música, por lo tanto necesitaba ayuda para ver cómo seguir con ellos, para poder explotar más sus habilidades y conocimientos. Para ello fui en busca de colegas en el arte, profesores de música del I.S.A.C., para que me guiaran un poco. De aquí surgió la idea de construir instrumentos con materiales reciclados, que los becarios ya habían trabajado. Por lo tanto el profesor se acercó para darles pautas de cómo hacer la bajada a los niños. Ese día en el comedor todos construyeron sus instrumentos con mucho orden hasta que imagínense tal lío que se armó al querer probarlos. Esta experiencia me sirvió para aprender a organizarme más con el sonido en un lugar cerrado, (que no hace falta que sea solo música, también está en juego el tono de voz que compite con los bullicios) noté que siempre mi atención está puesta en el orden de lo tangible del espacio y nunca le doy lugar a las artes del tiempo. Hasta que apareció la oportunidad de algo impensado: la profesora de música y chelista Cecilia Argañaraz solicitaba apoyo para organizar un concierto con el charanguista de Buenos Aires Diego Jaskalevich, quien había compuesto a partir del cuento “Las medias de los flamencos” de Horacio Quiroga, el concierto “Danzas del Amazonas”. Diego quería realizarlo en Catamarca con la orquesta del Hogar Escuela Eva Perón a cargo de la misma Cecilia. Es por ello que en el último encuentro en el comedor Mama Achachita, se invitó a los niños a que participaran de este espectáculo, junto con los jóvenes músicos del Hogar Escuela, realizando el diseño de la escenografía. Por lo tanto a partir de la lectura del cuento “Las medias de los flamencos” cada chico pintó. Luego estas pinturas se ampliaron a escala por los alumnos de la beca y se colocaron como parte de la escenografía del concierto.Este evento sí que resultó ser más de lo que esperábamos. Salió en los diarios y en las radios. También fue difundido por los becarios a través de folletos que repartían en distintos puntos de la ciudad. Y así resultó la convocatoria con un Teatro del Sur lleno por completo con gente de pie porque no había lugar. La encargada del comedor estaba emocionadísima. El espectáculo consistía en la narración del cuento “Las medias de los flamencos” por el actor Sergio Martínez, con intervalos musicales compuestos por el charanguista Jaskalevich, músicos consagrados de la provincia de Catamarca, la viola de la adolescente Celeste Heredia de E.G.B.3 del Hogar Escuela, músicos con instrumentos autóctonos del Taller Barrial Municipal a cargo de Mario Toro, la quena de los chicos del Taller de La Carrera de Fray Mamerto Esquiú, el bombo de un niño de la Merced y el diseño de la escenografía de los chicos del comedor Mamá Achachita. Todos sin conocernos y con pocos recursos armamos un espectáculo familiar que dejó marcas y una posibilidad abierta para volver a realizarlo en agosto 2008. Así los becarios de primer año, (repito de primer año de su carrera), después de todo el trajín hicieron también su narración con la guía de la profesora Carolina Maidana a cargo del C.A.I.E, y recién ahí se dieron cuenta de la dimensión de lo que habían producido, que si este concierto hubiera sido organizado desde el comienzo del proyecto jamás se hubieran sentido capaces de semejante cosa.

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